Tercer día de novena
El cristiano se considera hombre de Cristo, que
tiene fe en Jesucristo y que se compromete con
Él para servir a los
hermanos como Él hizo.
No sólo están llamados a la vida en
Cristo los sacerdotes y los religiosos y
religiosas. Todos los cristianos están llamados a imitar a Jesús en sus vidas.
Los
monjes y monjas tratan de vivir su fe en Cristo
en un ambiente de austeridad y de lejanía de los bienes terrenos. Sea en
el claustro o en el desierto, el llamado a
ser monje, goce o no del Orden sacerdotal, ha de preocuparse por entero
de las cosas de Dios. No quiere ello decir que no contemple los árboles, las flores, los amaneceres..., sino que
todo ello lo
recibe como una ayuda para centrarse en el Señor con un amor indiviso.
Quien aspira al sacerdocio,
intenta realizar funciones que Jesús encargó a sus discípulos. Quizás el cometido fundamental del sacerdote sea el hacer lo
que Jesús ha encomendado a sus
discípulos. La celebración de la Eucaristía
es la puesta en práctica del memorial del Señor. Otro cometido
importante es la celebración de todos los sacramentos.
Intención de este día: rogar al Señor, por intercesión de San Martín, por las vocaciones a la vida sacerdotal y a la vida consagrada.
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