Jueves, 6 de agosto
Transfiguración del
Señor
«Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido».
Al final del viaje, lleno de obstáculos, que está recorriendo Jesús en los evangelios, ¿encontrará la luz? Arriba, en la montaña, rodeado por los
íntimos, el final es pletórico de luz: «El de los vestidos fulgurantes, ese, es mi Hijo Amado. Escuchadle!» (cf. Mc 9,2-13). Es la fiesta de la dedicación de las iglesias del monte Tabor. Muchos de los que llevan el nombre de Salvador celebran hoy su santo: porque en Roma era la fiesta titular de la basílica del Laterano (dedicada a Cristo Salvador).
Oración:
Oh, Dios, que en la gloriosa transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los que lo precedieron y prefiguraste maravillosamente la perfecta adopción de los hijos, concede a tus siervos que, escuchando la voz de tu Hijo amado, merezcamos ser sus coherederos.
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