sábado, 31 de marzo de 2018

Sábado santo y Vigilia pascual

Sábado Santo


Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, me­ditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos, y se abstiene absoluta­mente del sacrificio de la Misa, quedando desnudo el altar hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, con cuya exuberancia iniciarán los cincuenta días pascuales.


Vigilia Pascual


En la tarde noche del sábado santo, según una antiquísima tradición, es una noche de vela en honor del Señor, y la Vi­gilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la Noche Santa en la que el Señor re­sucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las Santas Vigilias» (san Agustín).

Durante la Vigilia, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana. Los fieles, tal como re­comienda el Evangelio (Lc 12, 35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.

Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, «rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. (Pregón Pascual). En la Catedral la Vigilia Pascual se celebra a las 21.00 horas.

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