Tema:
Martín soldado del Imperio romano.El padre de Martín era militar. El mismo
Martín se encamina por esta profesión animado y estimulado por sus
progenitores. Estamos en el s. IV y la vida militar de un imperio ya bien
establecido tiene gran prestigio y facilita una vida acomodada para cualquier
familia. Aunque, en el pensamiento cristiano, el oficio militar, visto como
preparación para la guerra, no podía aceptarse. Recordemos al respecto los tres
noes del cristianismo al imperio romano: No a la esclavitud, pues todos somos
iguales en dignidad como hijos de Dios; no a la idolatrías, pues único es el
Dios revelado por nuestro Señor Jesucristo; no a la guerra, no al “si vis
pacem, para bellum”, pues el amor es el distintivo de los creyentes en
Cristo. Nosotros no queremos vivir en una Iglesia cerrada y autorreferencial. Como los primeros
cristianos queremos
apostar por una Iglesia con futuro, con una cultura vocacional de decisión y
compromiso, “mirad como se aman”
Juan.
13, 34:“Os
doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros igual que yo os he amado,
amaos también entre vosotros”.
Interiorizamos
la Palabra:La fuerza de las palabras
de san Juan es enorme: “como el Padre me ha amado, así os he amado yo:
permaneced en mi amor”. Es decir, en el amor que os tengo. Se trata de recibir
el amor del Padre, de consentir en el amor de Jesús, que es “comunión” con Dios
y permanecer siempre en esta adhesión a Cristo. Quien vive en Cristo, no podrá hacer
otra cosa más que actuar como Él.
Contemplamos: Se nos han roto los
sostenes clásicos del amor en la sociedad actual: el matrimonio, la familia, el
hogar, la buena vecindad, la amistad verdadera. Desconfiamos los unos de los
otros. Yo y mis gustos se constituyen en norma de comportamiento. El amor auténtico
de entrega y generosidad por la persona amada no se valora. Manda la ley del
aprovechamiento. Nos falta la unión con
Dios en Cristo Jesús por el Espíritu: “permaneced en mí amor”.
Oramos: “Señor, abre nuestros
ojos para que conozcamos las necesidades de nuestros hermanos, inspíranos las
palabras y las obras para confortar a los que están cansados y agobiados,
siguiendo el ejemplo y mandato de Cristo”. Te lo pedimos por intercesión de San
Martín, que renunció a las amas por amor, a ti que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén. (Cfr. Misal Romano, Plegaria eucarística por diversas
necesidades. IV. Jesús Pasó haciendo el bien).
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