sábado, 12 de abril de 2025

Viacrucis

 VIERNES DE PASIÓN

VIACRUCIS EN LA CATEDRAL BASÍLICA DE SAN MARTÍN

11 - IV - 2025

El Viacrucis es el ejercicio de piedad más valorado para venerar la Pasión del Señor, participando con su afecto en el último tramo del camino recorrido por Jesús durante su vida terrena: el Monte de los Olivos, el Monte Calvario, el jardín donde fue sepultado en un sepulcro nuevo.

El Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad Media: la peregrinación a Tierra Santa para visitar devotamente los lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las "caídas de Cristo" bajo el peso de la Cruz; la devoción a los "caminos dolorosos de Cristo", la devoción a las "estaciones de Cristo", esto es, a los momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario. En su forma actual, que está ya atestiguada en la primera mitad del siglo XVII,

En el ejercicio de piedad del Vía Crucis se acentúan varios rasgos de la espiritualidad cristiana: la comprensión de la vida como camino o peregrinación; la vida como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de la sequela Christi, llevando cada día la propia cruz (cfr. Lc 9,23)
























sábado, 5 de abril de 2025

Septenario a la Virgen Dolorosa

Septenario a la Virgen Dolorosa

Capilla del Santo Cristo

Del 5 al 11 de abril del 2025



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Dios, en cuya Pasión, según la profecía de Simeón, fue traspasada de dolor el alma dulcísi­ma de la gloriosa Virgen y Madre María; concé­denos propicio que cuantos, venerando sus Dolo­res, hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 Salutaciones a los siete Dolores.

 Día 1º. Oh María, Madre de Dolores, os compadezco por la pena que sintió vuestro tierno corazón con la profecía del anciano Simeón. Madre querida, por vuestro afligidísimo corazón, alcanzadme la virtud de la humildad y el don del santo temor de Dios. —Ave María...

 

Día 2º. Oh Madre, Madre de Dolores, os compadezco por las angustias de vuestro sensibilísimo corazón durante la huida y estancia en Egipto. Madre querida, por vuestro corazón tan angustiado obtenedme la virtud de la gene­rosidad, especialmente hacia los pobres, y el don de piedad. — Ave María...

 

Día 3º. Oh María, Madre de Dolores, os, compadezco por aquellos afanes que vuestro solícito corazón experimen­tó en la pérdida de vuestro amadísimo Jesús. Madre querida, por vuestro corazón tan vivamente agitado, conseguidme la virtud de la castidad y el don de ciencia. — Ave María...

 

Día 4º. Oh María, Madre de Dolores, os compadezco por el sobresalto que experimentó vuestro maternal corazón al encontrar a Jesús con la cruz a cuestas. Madre querida, por vuestro corazón tan cruelmente lastimado, concededme la virtud de la paciencia y el donde la fortaleza. —Ave María...

 

Día 5º. Oh María, Madre de Dolores, os compadezco por el martirio que sufrió vuestro generoso corazón asistiendo a la agonía de Jesús. Madre querida, por vuestro corazón martirizado, obtenedme la virtud de la templanza y el don de consejo. — Ave María...

 

Día 6º. Oh María, Madre de Dolores, os compadezco por la herida que hizo en vuestro compasivo corazón la lanza que abrió el costado de Cristo e hirió su amadísimo Corazón, Madre querida, por vuestro corazón así traspa­sado, procuradme la virtud de la caridad fraterna y el don de entendimiento. — Ave María...

 

Día 7º. Oh María, Madre de Dolores, os compadezco por los excesivos sufrimientos que soportó vuestro amantísimo corazón en la sepultura de Jesús. Madre querida por vuestro corazón saturado de tantas amarguras, alcan­zadme la virtud de la diligencia y el don de sabiduría. —Ave María...

 

ORACION FINAL

Os rogamos, Señor nuestro Jesucristo que, ahora y en la hora de nuestra muerte, interceda por noso­tros ante vuestra clemencia la bienaventurada Vir­gen María Madre vuestra, cuya alma santísima ­traspasó una espada de dolor en vuestra Pasión. Por Vos, oh Jesucristo, Salvador del mun­do, que con el Padre y el Espíritu Santo vivís y rei­náis por los siglos de los siglos.  Amén.