Sábado Santo
Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor,
meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos, y se abstiene
absolutamente del sacrificio de la Misa, quedando desnudo el altar hasta que,
después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se
inauguren los gozos de la Pascua, con cuya exuberancia iniciarán los cincuenta
días pascuales.
Vigilia Pascual
En la tarde noche del sábado santo, según una antiquísima tradición, es una
noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma,
conmemorando la Noche Santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse
como «la madre de todas las Santas Vigilias» (san Agustín).
Durante la Vigilia,
la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de
la iniciación cristiana. Los fieles, tal como recomienda el Evangelio (Lc 12,
35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus
manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en
vela y los invite a sentarse a su mesa.