Domingo 1º de Cuaresma:
Una esperanza probada
sanitarias…”, y hemos tenido que vivir juntos una pandemia de
consecuencias dolorosas. Hemos
comprobado que “ponerse en cuarentena” es ponerse en un proceso de curación y
recuperación para superar un proceso vírico que daña el cuerpo propio y se
propaga al cuerpo de los demás.
La Cuaresma litúrgica es un como un tiempo terapéutico para el
crecimiento vital y espiritual, como un tiempo de practicar cuidados que ayudan
a las personas y a la comunidad cristiana en su maduración y vivencia de la
experiencia de Dios.
Estamos experimentando en este tiempo el “desierto” de la
inseguridad y de la incertidumbre. No tenemos asegurado el éxito ni tenemos
certezas de qué hacer y cómo, ni cómo será nuestro futuro. Es un tiempo para
dar espacio a la interioridad, al silencio, a la oración y al trabajo personal
para mirar de frente esta “desolación” en la que estamos.
Jesús también vivió el “desierto” y fue tentado con nuestras
mismas tentaciones. Pero salió reforzado y más convencido aún de la experiencia
recibida: dentro de todos los “desiertos” de nuestra humanidad hay un oasis
escondido: el Reino de Dios que no ha muerto. Lo llevamos escondido. Será
necesario no dejarnos envolver por las tentaciones que nos paralizan (creernos
los mejores, únicos, poderosos, propietarios o enfadados porque no somos el
centro del mundo o no somos aplaudidos) y ponernos en búsqueda para encontrar
ese tesoro que nos abre a la esperanza desde la conversión.
Ponernos en marcha por senderos nuevos, abandonar tanto lastre que
nos impide viajar, hablar y servir libres y ligeros para ser testigos de la
Buena Nueva como pregoneros y no como propietarios. ¡No todo está perdido! (Pastoral diocesana).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.