8º Día de la Novena al Santo
Cristo de Ourense.
Crucifixión y muerte de
Jesús. Lc. 23, 33 - 34. 44 – 46.
“Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen”. Señor, ayúdame a perdonar a mis enemigos de
corazón para amar la cruz que es causa de salvación.
Es cierto. Necesitamos que alguien nos comprenda y perdone de
verdad. Pero puede que, por momentos, nos sintamos encorsetados en la misma
religión. Pero Jesús no impone, nos da
libertad de opción: “También vosotros podéis iros”. Y, como Pedro, contestamos:
“¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Jn. 6, 60 - 69
La
reacción de los oyentes fue violenta. Ese lenguaje es intolerable. Un rey así
no nos interesa. Y muchos de sus discípulos se fueron. Es un momento decisivo:
los que no creen en Él lo abandonan. Pero Jesús no transige cuando está en
juego la verdad. Aunque se quede solo.
Le
pregunta a los doce: “¿también vosotros queréis marcharos?” Las palabras que os
he dicho son espíritu y vida y, con todo, algunos de vosotros no creen.
Un
pequeño grupo sigue a Jesús, un pequeño resto. Pedro toma la palabra y proclama
la fe en Jesús: “Señor, a quién iremos, Tú tienes palabras de vida eterna.
Nosotros creemos y sabemos que eres el Santo de Dios”.
La
Eucaristía es medicina que cura, que restaura heridas, que sana corazones
rotos, que reconcilia y perdona, que da gracias y salvación.
“Por
tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y
en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y
por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).
Oración en tiempos difíciles:
Tú, que has tenido compasión por todos los sufrimientos humanos, reanima
la esperanza de los enfermos y dales serenidad y salud, − pero haznos también a
nosotros solícitos para aliviar sus sufrimientos. Apiádate de nosotros,
Señor.
Oración: Oh Dios, que quisiste que tu
amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de
nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia
de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén
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