Tiempo de Adviento
El Adviento es tiempo de espera, de conversión, de
esperanza: espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en
nuestra carne mortal; espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo,
Señor de la historia y Juez universal; conversión, a la cual invita con
frecuencia la Liturgia de este tiempo, mediante la voz de los profetas y sobre
todo de Juan Bautista: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»
(Mt. 3, 2); y esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cf.
Rom. 8, 24 - 25) y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen
a su madurez y plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe
en visión y «nosotros seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es» (1
Jn. 3, 2). (Del Directorio sobre la Piedad
popular y la Liturgia n. 96).
Jesús, quiero
despertarme orando
“Señor, comenzamos el nuevo tiempo de Adviento, un tiempo
para buscar la estrella que oriente mi vida.
Si escuchamos a los mayores, a los abuelos, que tanto
saben de tu Palabra y de hacer tu voluntad, nos dicen que despertemos, que
espabilemos porque quieres venir a nuestra vida.
Isaías, Noé y Jesús también nos recuerdan: “estad en
vela, estad preparados… viene el Señor”.
Por eso quiero estar siempre muy atento para oírte cuando
llames suavemente a la puerta de mi corazón.
Que en esta primera semana de Adviento, encienda la vela
de la oración, buscando momentos para pedirte, darte gracias, escuchar tu
Palabra, rezando solo y con mi familia. Que me ponga en vela, orando, para que
la luz de Jesús encienda mi alma.
…Porque vienes, Jesús, mi amigo, en Navidad” (Alborada no día do Señor, P. de
Fátima).
VIGILIA DE ADVIENTO EN LA S. I. CATEDRAL:
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