jueves, 3 de mayo de 2018

Último día de novena al Santo Cristo de Ourense



Día 3 de mayo, jueves: 9º día de la novena.




A toda la tierra alcanza su pregón.

Comentario:
Finalizamos esta novena en la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago. Ellos nos sirven de modelo para lo que debe de ser nuestra vida: llevar a todas partes la buena nueva del amor de Dios. Hemos contemplado durante estos días a Cristo que se entrega por nosotros muriendo en la cruz. De él recibimos la fuerza para, en esta etapa sinodal de nuestra diócesis, llevar el amor de Dios a todos los que nos rodean, para no dejarnos amilanar por las dificultades, para descubrir la maravilla del encuentro con Cristo y comunicarlo a los demás.

Del Papa Francisco, E.G.265.266:
Toda la vida de Jesús, su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su generosidad cotidiana y sencilla, y finalmente su entrega total, todo es precioso y le habla a la propia vida. Cada vez que uno vuelve a descubrirlo, se convence de que eso mismo es lo que los demás necesitan.
El entusiasmo evangelizador se fundamenta en esta convicción. Tenemos un tesoro de vida y de amor que es lo que no puede engañar, el mensaje que no puede manipular ni desilusionar.

Pero esa convicción se sostiene con la propia experiencia, constantemente renovada, de gustar su amistad y su mensaje. No se puede perseverar en una evangelización fervorosa si uno no sigue convencido, por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón.

“Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).

Oración:
Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

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