martes, 7 de enero de 2025

Semana de Teología

 


«Spes non confundit», «la esperanza no defrauda»

(Rm 5,5).

Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del año 2025

Bajo el signo de la esperanza el apóstol Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma. La esperanza también constituye el mensaje central del próximo Jubileo, que según una antigua tradición el Papa convoca cada veinticinco años. Pienso en todos los peregrinos de esperanza que llegarán a Roma para vivir el Año Santo (…) Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos, ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar sus razones. Dejémonos conducir por lo que el apóstol Pablo escribió precisamente a los cristianos de Roma. (Papa Francisco, Bula de convocatoria del Jubileo Ordinario año 2025, nº 1)

 

PONENTES

Rvdo. Sr. D. Javier García Rodríguez: Delegado de Primer Anuncio y para la Infancia y Juventud de la Archidiócesis de Santiago de Compostela. Miembro del área de Primer Anuncio de la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE. Ponencia: Primer anuncio, ¿una moda?

 

Excmo. Sr. D. Fernando García Cadiñanos: Obispo de Mondoñedo-Ferrol. Presidente de la subcomisión episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana de la CEE y responsable de Cáritas en la Provincia Eclesiástica de Santiago de Compostela. Ponencia: Reavivar la esperanza en medio de la sociedad actual.

 

Excmo. Sr. D. José Manuel García Cordeiro: Arzobispo metropolitano de Braga y Presidente de la Comisión Episcopal para la liturgia y la Espiritualidad de la Conferencia Episcopal Portuguesa. Ponencia: Testigos de esperanza. Un año santo

 

Excmo. Sr. D. J. Leonardo Lemos Montanet: Obispo de Ourense. Preside la vigilia de oración por la Unidad de los Cristianos: “¿Crees esto?” (Jn 11,26) Catedral Basílica de San Martin – Ourense


lunes, 6 de enero de 2025

Epifanía del Señor

 

Epifanía del Señor

Día 6 de enero de 2025




El relato de los magos (Mt.2,1-12) nos habla de la reacción de tres grupos de personas. Unos paganos que lo buscan, guiados por la pequeña luz de una estrella. Los representantes de la religión del Templo, que permanecen indiferentes. El poderoso rey Herodes que solo ve en él un peligro.

 

Los magos viven atentos al misterio que se encierra en el cosmos. Su corazón busca verdad.  En algún momento creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién es y dónde está. Rápidamente se ponen en camino.

 

 «Los Sumos Sacerdotes y los escribas del pueblo, los guardianes de la verdadera religión, no buscan la verdad. Representan al Dios del Templo, pero viven sordos a su llamada.

 

El rey Herodes, poderoso y brutal, solo ve en Jesús una amenaza para su poder y su crueldad. Hará todo lo posible por eliminarlo. Desde el poder opresor solo se puede «crucificar» a quien trae liberación.

 

Mientras tanto, los magos prosiguen su búsqueda. La pequeña luz de la estrella los atrae hacia el pequeño pueblo de Belén, lejos de todo centro de poder. Al llegar, lo único que ven es al «niño con María, su madre».


































miércoles, 1 de enero de 2025

Día 1 de enero

 

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

Día 1 de enero del 2025

 

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS: Lucas 2, 16-21.




Encontraron a María, José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús. Es la fiesta más antigua dedicada a la Vir­gen María en la Iglesia latina, recuperada tras el Vaticano II en el misal de san Pablo VI de 1969. Que la Virgen María es Madre de Dios es un aspecto derivado del misterio de la En­carnación. Así fue reconocido en el Concilio de Éfeso del año 431 en contra de Nestorio, que entendía que la naturaleza divina y la na­turaleza humana de Cristo estaban sustenta­das en dos personas distintas. Proponía él que a María se la invocara como Madre de Cristo, pero no como Madre de Dios, porque una criatura no puede ser ma­dre de la divinidad, en contra de lo que había sido tradicional en la Iglesia. Pero Jesucristo, que es Dios y hombre, no está internamente dividido.

María ha de ser invocada como Madre de Dios porque, al haber concebido la naturaleza humana de Cristo, es Madre de todo su ser. En la proclamación de María como Madre de Dios está implicada la fe de la Iglesia en que es el Hijo eterno del Padre quien verdaderamente ha tomado carne humana en el seno de María.