NOVENA A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
Día 26, DÍA 8º DE LA NOVENA:
ORACIÓN
PREPARATORIA
Virgen y Madre Inmaculada, míranos
con ojos misericordiosos, somos tus hijos que vienen a ti, llenos de confianza
y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don
celestial de tu bendita Medalla Milagrosa. Creemos y esperamos en tu Medalla,
Madre nuestra del cielo, y la amamos con todo nuestro corazón, y tenemos la
plena seguridad de que seremos atendidos en todas nuestras plegarias. Por
Cristo Nuestro Señor. Amén.
AMBIENTACIÓN PARA ESTE DÍA:
Fueron tantos y tan portentosos los
milagros obrados por doquier por la nueva medalla (conversiones de pecadores
obstinados, curación de enfermos desahuciados, hechos maravillosos de todas
clases) que la voz popular empezó a denominarla con el sobrenombre de la
medalla de los milagros, la Medalla Milagrosa; y con este apellido glorioso se
ha propagado rápidamente por todo el mundo. Deseosos de contribuir también
nosotros a la mayor gloria de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos desde
este día apóstoles de su milagrosa medalla.
REFLEXIÓN PARA EL DÍA
OCTAVO: Mt. 12, 49
«Estaba hablando a la
multitud, cuando se presentaron su madre y sus hermanos, que estaban afuera,
deseosos de hablar con él. Uno le dijo: – Mira, tu madre y tus hermanos están
fuera y desean hablar contigo. Él contestó al que se lo decía: – es mi madre?
¿Quiénes son mis hermanos? Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: –
¡Ahí están mi madre y mis hermanos! Cualquiera que haga la voluntad de mi Padre
del cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» [Mt 12, 46-50].
María, que guardaba
todo en su corazón, un día dejó su casa para ir en busca del rabí de Nazaret y
observarlo discretamente. Al escuchar sus bienaventuranzas –"felices los
pobres, los humildes, los limpios de corazón"–, María sintió como si él
estuviera dirigiéndose a ella. Un día, María lo escuchó comparando a Dios con
una mujer que busca su monedita perdida y pone levadura en la masa y entonces
recordó cómo ella había hecho lo mismo en su humilde casa. Oyendo sus palabras,
María revivió sus días en Nazaret. Escuchando a su hijo fue haciéndose
discípula suya, fue amándolo más y, silenciosa entre la muchedumbre, se
alegraba con los enfermos curados y los niños bendecidos. Se fue acercándose
al círculo de sus amigos íntimos y aunque, como ellos, no lo acaba de entender
del todo, comenzó a seguirlo día y noche.
SÚPLICAS A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA:
Pidamos con fe y confianza las gracias que deseemos alcanzar de María en
este día de su novena
OH MARÍA SIN
PECADO CONCEIDA:
ACORDAOS,
¡OH PIADOSÍSIMA VIRGEN MARÍA!
Acordaos, ¡oh
piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que
han acudido a vuestra protección, implorando vuestro socorro, haya sido
desamparado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, oh Madre,
Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo
a comparecer ante vuestra presencia soberana. Oh madre de Dios, no desechéis
mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
























































































