Solemnidad de la
Asunción de la Bienaventurada Virgen María
La Virgen Inmaculada, terminado el curso de su vida en la
tierra, fue llevada a la gloria del cielo, para ser conformada más plenamente
a su Hijo, el Señor, vencedor del pecado y de la muerte.
La asunción de la santísima Virgen en cuerpo y alma al
cielo, constituye una participación singular en la resurrección de su Hijo y
una anticipación de la resurrección de los demás cristianos (cf. CEC 966).
La Madre de Jesús, glorificada en los cielos en cuerpo y
alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el
siglo futuro.
También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor,
brilla ante el pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de
consuelo (LG 68).
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