Aniversario de la
dedicación de la S. I. Catedral
Oración de
Consagración
23 – VI - 2021
Oh Dios, santificador y guía de tu Iglesia,
celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas, porque en este día tu pueblo
quiere dedicarte, para siempre, con rito solemne, esta casa de oración, en la
cual te honra con amor, se instruye con tu palabra y se alimenta con tus
sacramentos.
Este edificio hace vislumbrar el misterio de
la Iglesia, a la que Cristo santificó con su sangre, para presentarla ante sí como Esposa llena de
gloria, como Virgen excelsa por la integridad de la fe, y Madre fecunda por el poder del
Espíritu.
Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios, cuyos sarmientos llenan el mundo
entero, cuyos renuevos, adheridos al tronco, son atraídos hacia lo alto, al
reino de los cielos.
Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los
hombres, el templo santo, construido con
piedras vivas, sobre el cimiento de los Apóstoles, con Cristo Jesús como
suprema piedra angular.
Es la Iglesia excelsa, la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña, accesible a
todos, y a todos patente, en la cual brilla
perenne la antorcha del Cordero y resuena agradecido el cántico de los
bienaventurados.
Te suplicamos, pues, Padre santo, que te dignes impregnar con santificación
celestial esta
iglesia y este altar, para que sean siempre lugar santo y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo.
Que en este lugar el torrente de tu gracia lave las manchas de los hombres, para que tus
hijos, Padre, muertos al pecado, renazcan
a la vida nueva.
Que tus fieles, reunidos junto a este altar, celebren el memorial de la Pascua y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de
Cristo.
Que resuene aquí la alabanza jubilosa que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres, plegaria por la salvación del mundo.
Que los pobres encuentren aquí misericordia, los oprimidos alcancen la
verdadera libertad, y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos, hasta
que lleguen, gozosos, a la Jerusalén
celestial.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén (Rito de dedicación).
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