Día 30 de abril, viernes:
6º día de la novena.
El Evangelio del sufrimiento.
En este día de novena el Santo Cristo nos invita a entrar
en una mayor intimidad con Él, pues quiere revelarnos, de la mano de S. Juan
Pablo II, el Evangelio del sufrimiento: no solo indicándonos cómo el
sufrimiento está presente en el Evangelio, si no también la fuerza salvadora del mismo en su misión mesiánica y en la misión
de la Iglesia. Santa Teresa de Calcuta solía decir a menudo: “Jesús busca
alguien que le consuele” y concluía “sé tú ese alguien”.
De S. Juan Pablo II:
“Salvifici doloris” 25.
El Evangelio del sufrimiento significa no sólo
la presencia del sufrimiento en el Evangelio, como uno de los temas de la Buena
Nueva, sino además la revelación de la fuerza salvadora y del significado
salvífico del sufrimiento en la misión mesiánica de Cristo y luego en la
misión y en la vocación de la Iglesia.
El Evangelio del sufrimiento habla ante todo, en
diversos puntos, del sufrimiento «por Cristo», «a causa de Cristo», y esto lo
hace con las palabras mismas de Cristo, o bien con las palabras de sus
Apóstoles. El Maestro no esconde a sus discípulos y seguidores la perspectiva
de tal sufrimiento; al contrario, lo revela con toda franqueza, indicando
contemporáneamente las fuerzas sobrenaturales que les acompañarán en medio
de las persecuciones y tribulaciones «por su nombre». Estas serán en conjunto
como una verificación especial de la semejanza a Cristo y de la unión con Él.
«Si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí primero que a
vosotros... pero porque no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo,
por esto el mundo os aborrece... No es el siervo mayor que su señor. Si me
persiguieron a mí, también a vosotros os perseguirán...». «Esto os lo he
dicho para que tengáis paz en mí; en el mundo habéis de tener tribulación;
pero confiad: yo he vencido al mundo».
Cristo ha vencido definitivamente al mundo con su
resurrección; sin embargo, gracias a su relación con la pasión y la muerte,
ha vencido al mismo tiempo este mundo con su sufrimiento. Sí, el sufrimiento
ha sido incluido de modo singular en aquella victoria sobre el mundo, que se ha
manifestado en la resurrección. Cristo conserva en su cuerpo resucitado las
señales de las heridas de la cruz en sus manos, en sus pies y en el costado. A
través de la resurrección manifiesta la fuerza victoriosa del sufrimiento, y
quiere infundir la convicción de esta fuerza en el corazón de los que
escogió como sus Apóstoles y de todos aquellos que continuamente elige y
envía. El apóstol Pablo dirá: «Y todos los que aspiran a vivir piadosamente
en Cristo Jesús sufrirán persecuciones».
“Por
tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y
en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y
por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).
Oración:
Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por
nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del
enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por
Cristo Nuestro Señor. Amén
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