Día 26 de abril, viernes: 2º día de la novena.
Es el Señor.
Comentario:
Sin El Señor en el horizonte de la vida,
el corazón se esteriliza; es incapaz de conmoverse ante nada y menos de encontrar
en él ningún fruto. Cuando en Cristo y por Él nos ponemos manos a la obra, todo
se ve multiplicado, el Señor se vuelca en generosidad. Es la experiencia de los
hombres y mujeres de Iglesia de ayer y de hoy.
Del
Papa Francisco. Gaudete et exultate. 15-18.
Cuando sientas la tentación de enredarte en tu debilidad, levanta
los ojos al Crucificado y dile: «Señor, yo soy un pobrecillo, pero tú puedes
realizar el milagro de hacerme un poco mejor». En la Iglesia, santa y compuesta
de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer hacia la santidad.
Esta santidad a la que el Señor te llama irá creciendo con
pequeños gestos. Por ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras,
encuentra a una vecina y comienza a hablar, y vienen las críticas. Pero esta
mujer dice en su interior: «No, no hablaré mal de nadie». Este es un paso en la
santidad. Así, bajo el impulso de la gracia divina, con muchos gestos vamos
construyendo esa figura de santidad que Dios quería. Es posible amar con el
amor incondicional del Señor, porque el Resucitado comparte su vida poderosa
con nuestras frágiles vidas: «Su amor no tiene límites”
“Por
tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y
en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y
por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).
Oración:
Oh
Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de
la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus
siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén
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