8º día de
la novena.
Día 2 de
mayo, martes.
A tus
manos, Señor, encomiendo mí espíritu (Sal.30).
Comentario:
Casi
al final de nuestra novena encontramos en los textos de la liturgia el
testimonio de Esteban, “Señor Jesús, recibe mi espíritu” y “no les tengas en
cuenta este pecado”. Solo desde el encuentro con Cristo resucitado, pan vivo,
que da la vida en la cruz por cada uno de nosotros, se puede llegar a la
entrega total y al testimonio del perdón supremo. Cristo colgado de la cruz es
el ejemplo supremo y la Eucaristía el don último de su amor.
Del Papa Francisco, Ángelus 2-agosto-2015
«Yo
soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no
tendrá sed jamás» (Jn 6, 35). Esta es la referencia a la Eucaristía, el don más
grande que sacia el alma y el cuerpo. Encontrar y acoger en nosotros a Jesús,
«pan de vida», da significado y esperanza al camino a menudo tortuoso de la
vida. Pero este «pan de vida» nos ha sido dado con un cometido, esto es, para
que podamos a su vez saciar el hambre espiritual y material de nuestros
hermanos, anunciando el Evangelio por todas partes. Con el testimonio de
nuestra actitud fraterna y solidaria hacia el prójimo, hagamos presente a
Cristo y su amor en medio de los hombres.
“Por
tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y
en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y
por las intenciones de toda la Iglesia.
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