¡Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, oscuro, con soledad y llanto, y tú rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro! ¿Los antes bienhadados, y los ahora tristes y afligidos, a tus pechos criados, de Ti desposeídos, a dó convertirán ya sus sentidos? ¿Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura, que no les sea enojos? quien oyó tu dulzura, ¿qué no tendrá por sordo y desventura? Aqueste mar turbado ¿quién le pondrá ya freno? ¿quién concierto al viento fiero airado? estando tú encubierto, ¿qué norte guiará la nave al puerto? ¡Ay! nube envidiosa aun de este breve gozo ¿qué te quejas? ¿dó vuelas presurosa? ¡cuán rica tú te alejas! ¡cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! |
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