Día 26 de abril, lunes:
2º día de la novena.
Buscando una respuesta al
sentido del sufrimiento.
Continuamos nuestra novena espiritualmente a los pies de nuestro Santo Cristo y meditando sobre el sufrimiento en el mundo. San Juan Pablo II nos guiará hoy en el descubrimiento de la Biblia como el gran libro sobre el sufrimiento y nos ayudará a recordar la radical diferencia existente entre la respuesta dada por nuestra fe cristiana y la que dan otras tradiciones religiosas a la pregunta sobre la presencia del mal y del sufrimiento en el mundo.
De S. Juan Pablo II:
“Salvifici doloris” 6-8. D. Luis Manuel
La Sagrada Escritura es un gran libro sobre el
sufrimiento. De los libros del Antiguo Testamento mencionaremos sólo algunos
ejemplos de situaciones que llevan el signo del sufrimiento, ante todo moral:
el peligro de muerte, la muerte de los propios hijos, y especialmente la muerte
del hijo primogénito y único. También la falta de prole, la nostalgia de la
patria, la persecución y hostilidad del ambiente, el escarnio y la irrisión
hacia quien sufre, la soledad y el abandono. Y otros más, como el
remordimiento de conciencia, la dificultad en comprender por qué los malos
prosperan y los justos sufren, la infidelidad e ingratitud por parte de amigos
y vecinos, las desventuras de la propia nación.
[…]La realidad del sufrimiento pone una pregunta
sobre la esencia del mal: ¿qué es el mal? Esta pregunta parece inseparable, en
cierto sentido, del tema del sufrimiento. La respuesta cristiana a esa pregunta
es distinta de la que dan algunas tradiciones culturales y religiosas, que
creen que la existencia es un mal del cual hay que liberarse. El cristianismo
proclama el esencial bien de la existencia y el bien de lo que existe, profesa
la bondad del Creador y proclama el bien de las criaturas. El hombre sufre a
causa del mal, que es una cierta falta, limitación o distorsión del bien. Se
podría decir que el hombre sufre a causa de un bien del que él no participa,
del cual es en cierto modo excluido o del que él mismo se ha privado. Sufre en
particular cuando «debería» tener parte —en circunstancias normales— en este
bien y no lo tiene. Así pues, en el concepto cristiano la realidad del
sufrimiento se explica por medio del mal que está siempre referido, de algún
modo, a un bien.
Pensando en el mundo del sufrimiento en su
sentido personal y a la vez colectivo, no es posible, finalmente, dejar de
notar que tal mundo, en algunos períodos de tiempo y en algunos espacios de la
existencia humana, parece que se hace particularmente denso. Esto sucede, por
ejemplo, en casos de calamidades naturales, de epidemias, de catástrofes y
cataclismos o de diversos flagelos sociales.
“Por
tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y
en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y
por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).
Oración:
Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por
nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del
enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por
Cristo Nuestro Señor. Amén
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