SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los
que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos (Mt 5, 8 – 10)
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
“Porque hoy nos concedes celebrar a la ciudad santa, la Jerusalén
celeste, que es nuestra madre, donde
eternamente ya te alaba la corona de nuestros hermanos.
Hacia ella, como peregrinos guiados por la fe, nos apresuramos
jubilosos, compartiendo la alegría por la
glorificación de los mejores miembros de la Iglesia, en la que nos
concedes también ayuda y ejemplo para
nuestra debilidad.
Por eso, con la muchedumbre de los santos y de los
ángeles proclamamos tu grandeza y te alabamos clamando a una sola voz: Santo,
Santo, Santo...”
¡Señor, gracias por compartir con nosotros tu santidad, por
llamarnos a disfrutar eternamente de
tu Presencia. Qué alegría tan grande poder
alabarte junto con los ángeles, postrarnos
ante tu Majestad para adorarte!
Hoy, obsequio del libro
Santoral de la S. I. Catedral de Ourense
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