En este día celebramos la
manifestación de Jesucristo como Salvdor de todo el mundo y no solo del
pueblo judío.
Esto ya fue profetizado en
el Antiguo Testamento: «Se postrarán ante ti todos los reyes de la tierra» (cf.
1 lect. y salmo responsorial).
Y se cumplió con la venida
de los Magos de Oriente, que adoraron al niño en brazos de María, su madre.
Así, «ahora se ha revelado
que también los gentiles son coherederos» (2 lect.).
Cristo es luz de las gentes
y, a través de la Iglesia, sigue iluminando a todos los hombres con su
claridad, mediante el don de la fe que debemos seguir extendiendo, evangelizando por todo el mundo.
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