El Concilio Vaticano II, al final de
la Constitución sobre
la Iglesia, nos ha
dejado una bellísima meditación sobre María Santísima.
Recordamos solamente las
palabras que se refieren al misterio que hoy celebramos. La primera es ésta:
- «La Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo» (LG. 59).
Retablo Mayor |
- Y después, hacia el final, ésta otra: «La Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo» (LG. 68).
Retablo de la capilla de la Asunción |
“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI (2010).
Retablo de la capilla de la Asunción |
El Papa Pío XII
definió como dogma de fe la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma el 1 de
noviembre de 1950.
Retablo de la capilla de la Asunción |
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