Segundo día de la novena
A veces los padres son remisos
a que sus hijos den pasos adelante en el camino de la fe. Consideran que
ya tendrán tiempo en su vida para practicar lo que entonces consideren oportuno. Sin embargo utilizan otro criterio en lo referente a las ciencias humanas, pues los envían
a diario al colegio.
Deberían ser consecuentes en el ámbito religioso:
procedería intentar que se formaran en el
camino de la fe, ofreciéndoles el
testimonio de su vivencia religiosa y haciendo que adquieran, como niños
que son, el conocimiento de Jesús adecuado a su edad.
Martín va de ese modo creciendo
en edad, en sabiduría y
en gracia, ante Dios y ante los hombres. Va
adquiriendo conocimientos que interioriza,
y logra así unos criterios que habrán de serle muy útiles en la vida.
Toma conciencia de que Jesucristo pasó por
la vida haciendo el bien, y que nos
pide que nos amemos los unos a los
otros, en la línea del amor con que Él nos ha amado.
Refiere Sulpicio Severo, biógrafo de Martín, que,
siendo él un militar que se preparaba para
el bautismo, encontró a un hombre tan pobre
que no tenía con qué cubrirse. Echando mano
de su espada, partió su capa en dos mitades,
de suerte que pudo darle una al mendigo.
Al día siguiente tuvo Martín una visión: contempló a Cristo, que iba
vestido con la parte de la capa que Martín
le había dado al mendigo.
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