Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII (elog. del Martirologio Romano).
Retablo en la capilla de la Asunción (S. I, Catedral): la Inmaculada Asunta, obra de Mateo de Prado . |
La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.
Retablo mayor de Cornelio de Holanda. María, rodeada de ángeles, preside la liturgia celeste. |
María elevada al cielo.
En pleno verano la Iglesia celebra la victoria de la Virgen María. Nosotros nos alegramos y participamos de su triunfo glorioso. La Asunción es la síntesis de todas las fiestas marianas; es la culminación de una vida fiel y de un "sí" permanente a Dios. Es la fiesta de la Pascua de María.
Panorámica del retablo mayor. |
La mujer adornada con los signos cósmicos vence la fuerza del mal (1 Lect.). María, la nueva arca de la Alianza, engrandece al Señor y todas las generaciones la proclaman bienaventurada (Ev.). Cristo resucitado triunfa sobre el pecado y la muerte, y lleva tras de sí a cuantos aceptan su camino. María, la primera discípula, sigue los pasos de Jesucristo, Hijo de Dios (2 Lect.).
Este retablo necesita con urgencia una consolidación y restauración . |
Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado.
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